jueves, 2 de junio de 2011

Auditorio Teulada Moraira por Francisco Mangado



El sol del Mediterráneo ha alterado el sobrio hacer de Francisco Mangado. Su nuevo auditorio de Teulada (Alicante) tuerce sus líneas de hormigón para dejar pasar la luz y esquivar el calor del sol.




Teulada-Moraira es uno de esos municipios duplicados físicamente. Bien pudiera haberse llamado Teulada de arriba y abajo, o Moraira de arriba y abajo. El caserío de Teulada está en la montaña, el de Moraira más hacia abajo, siguiendo un valle de unos cinco kilómetros a orillas del mar Mediterráneo. Una situación administrativa que no se corresponde con la realidad física.

El edificio del nuevo auditorio es un puente de unión entre ambas realidades físicas del municipio. Una referencia que permite ver y ser visto desde ambos puntos.



El programa resulta sencillo en lo que al tipo de salas y usos de apoyo se refiere. La organización y disposición de piezas sufre una auténtica transformación geométrica y espacial hacia la fachada sur que, siendo la que se orienta al mar, se convierte en el elemento más singular y con más contenido del proyecto. Su profundidad le confiere un sentido de sección arquitectónica que obliga a leerla en tres dimensiones, en términos de espacio, alejándose en todo caso de una reductiva dimensión bidimensional.


En términos metafóricos esta fachada recrea una topografía asimilable a una playa pétrea que, desde la distancia, y con su profundidad, permite leerse fundida con el mar. En términos más práticos su geometría profunda y quebrada nace del estudio de la incidencia solar y de la geometría por ella generada, especialmente en verano, y su configuración final tiene como objetivo que nunca los rayos del sol incidan de manera directa en el interior. La base de esta “fachada” está formada por una gran sala de exposiciones que, a modo de “bodega”, iluminada muy tenuemente por la luz que logra traspasar el grueso enrejado vertical de hormigón, fresca en verano y cálida en invierno, dote de argumento funcional a una decisión, la de la fachada sur, que fundamenta su sentido en referencias más conceptuales.



El edificio se verá desde la distancia como un volumen recubierto de cerámicas, a modo de escamas de pez. Una cerámica mate que será clavada sobre los muros de hormigón. Los quiebros, entrantes y salientes de la fachada orientada al mar se ejecutarán con grandes planchas de aluminio marino, tratado con un proyectado de arena. Sobre estos lienzos, distintos puntos de luz, ejecutados con fibra óptica, supondrán un valor añadido a la pieza vista desde la distancia o desde la playa.



 

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